viernes, 11 de marzo de 2016

Sobre fenomenología estática.

A Esteban Osorio, con cariño.

Tal vez el principio metodológico más importante de la primera fenomenología -la fenomeología estática- consistió en abordar las apariciones de los objetos que se nos donan a la conciencia desde un prisma exclusivamente inmanente. O sea, no especular un hecho a través de explicaciones que vayan más allá de lo estrictamente dado en dicho hecho. Eso es a lo que Husserl hizo referencia a la hora de enfatizar “la vuelta a las cosas mismas”.

En efecto, la fenomenología, que nace a comienzos del siglo XX con la intención de ser una teoría del conocimiento capaz de superar, entre otras corrientes, la estrechez objetivista del positivismo, cuenta con la virtud de incluir a la conciencia subjetiva dentro de la esfera del conocimiento mismo. Es por ello que el “volver a las cosas mismas”, es decir, el analizar a cabalidad lo que se nos presenta a la conciencia y exclusivamente lo que se nos presenta a ella sin adicionar ningún argumento trascendente a esta presentación, marcará el primer paso de un conocimiento que, yendo desde la psicología descriptiva hacia la apertura de los fenómenos del mundo, instale al sujeto en primera persona como soporte de un conocimiento que no caiga en el mero solipsismo de carácter representacionalista o escéptico.

Así, la primera fenomenología, gracias a este principio introducido por Husserl basado en restringir el análisis de los objetos donados a la conciencia a su propio modo de aparición, vino a consumar parte del gran ideal moderno inaugurado con Descartes y potenciado con Kant: la empresa de un sujeto activo en el rol del conocimiento. En consecuencia, Husserl pretende hacer del conocimiento un análisis de datos (lo presentado a la conciencia) lo más riguroso posible dentro de la experiencia en primera persona. Por otra parte, esta rigurosidad tendrá, a mi manera de ver, otro componente fundamental, el cual consistirá en la búsqueda de un terreno de esencias ideales (principalmente derivadas del campo de la lógica) que operará como telón de fondo y piedra de toque a la hora de estudiar los modos de constitución del mundo a partir de la conciencia subjetiva.

En fin, gracias al famoso eslogan de Husserl, “volver a las cosas mismas”, la fenomenología puede desarrollar su trabajo como una disciplina filosófica que, a pesar de distinguir claramente los polos de subjetividad, por un lado, y de objetividad, por otro, no contempla esa relación como un tránsito separado de elementos independientes entre sí, sino más bien como un lazo destinado a marcar la correlación entre sujeto y objeto, algo que sólo puede darse a nivel de una conciencia afectada por algo.