viernes, 30 de diciembre de 2022

O'REI



Fue el primero. Y el mejor. Crecimos escuchando a nuestros viejos extasiarse y volver a ser niños a la hora de recordarlo. Suecia 58, donde sacó a Brasil campeón mundial con diecisiete años; Chile 62, siendo matado a patadas en Viña al segundo partido; Inglaterra 66, casi asesinado por los portugueses (después de eso -para lástima de los amigos charrúas- se inventaron las tarjetas amarillas y las rojas); México 70, el fútbol devenido arte; y durante todos los 60, el Santos de Pelé, recorriendo el orbe, maravillando a los pueblos y visitando Chile durante 4 veranos  (donde protagonizó el mejor partido que se ha visto en este rincón: el 6 a 4 del Santos contra Checoslovaquia).

Pelé nunca cupo dentro de ningún adjetivo. Poseía todas las cualidades posibles. En él confluían lo mejor de lo mejor. La suma de todos los atributos en su máxima potencia, diría Spinoza. Superlativo del superlativo: siempre el mejor. En el brinco, en el cabezazo, en el regate, en la velocidad, en la explosión, en el cambio de ritmo, en la pegada, en la táctica, en el uso de ambas piernas, en la resistencia contra todo tipo de patadas, rodillazos, codazos y hasta bajadas de pantalones, resultando lesionado sólo un mínimo porcentaje de veces. Siempre fue el mejor, incluso con la sonrisa: alegoría del Brasil del "jogo bonito"; y, a su vez, alegoría y alegría de todo Brasil. Crecimos escuchando del mito, crecimos sintiéndolo casi dentro de nuestro pecho. Por eso, hace unas décadas, lo fuimos a buscar en la televisión, por VHS y luego por YouTube. Nos plantamos frente a la pantalla y hasta hoy mantenemos la boca abierta, hasta hoy no podemos terminar de cerrarla ni de creerlo: pelotas que pesaban tres kilos parecía misiles alados o esporas flotantes en los pies de Pelé. 

Con arena y barro en las canchas, con fiesta y diversión nocturna, con puntas de zapatos marcadas en las canillas, con valentía y también con respeto, Pelé ganó 3 Mundiales, convirtió más de 1200 goles y ha sido el jugador más completo, más perfecto que ha existido. El fútbol es el deporte más hermoso del mundo, y Pelé fue el máximo atleta de la historia: porque Pelé es el fútbol. Lo más hermoso, sin embargo, nunca es de este mundo: Pelé no puede ser de este mundo. Y hoy volvió a donde pertenece, para convertir esos tres goles que estuvo a un milímetro de gritar en México 70 (a Checoslovaquia de mitad de cancha, a Mazurkiewicz de forma indescriptible, y a Gordon Banks, en la mejor tapada de todos los tiempos). Si hubieran sido convertidos, el fútbol se habría acabado. Hoy, de alguna manera, esos goles no hechos ni desperdiciados, se consuman, se imaginan perfectos, son vueltos a la eternidad.

Sí, es cierto: Diego es Dios. Pero Pelé es la eternidad. Y ambos 10, allá se van a quedar.

martes, 7 de junio de 2022

Hacia la Nueva Constitución

 


Mientras nos acercamos al plebiscito las noticias sobre la Nueva Constitución han venido tomando una fuerza creciente. Pese a que la gran mayoría de la derecha -con el poder de sus medios de comunicación y el financiamiento empresarial- ha tendido a bloquear el desarrollo de una discusión que aborde argumentos de fondo, optando por adoptar planteos falaces, facilistas y victimistas (por no mencionar a sus tropas de bots y su arsenal de Fake News en Redes Sociales), paulatinamente vamos conociendo los logros inscritos en la propuesta constitucional.

La aparición del borrador de la NC ha marcado un punto de inflexión, tan previsible como notorio. Se va dejando atrás el ambiente turbio impuesto por las fuerzas del rechazo, así como la satanización del conflicto político (cuestión, quizás, originada en una concepción paradisíaca-elitista de la convivencia social; de cómo una clase minoritaria sueña, religiosamente, con la política edénica), cuestiones favorecidas por una cobertura reductiva y predominantemente jurídica del proceso político de la CC, tendiente a instalar confusión. En tal punto, la segunda mesa directiva de la CC también debe realizar su autocrítica, pues durante el proceso fue incapaz de generar una estrategia comunicativa de pensamiento crítico que ejerciera contrapeso a los medios hegemónicos.

En relación sólo a uno de los puntos anteriores, el de la supuesta falta de consideración de la derecha en los temas discutidos, cabe recordar -como lo ha hecho Gaspar Domínguez- que si el borrador de la NC propone un sistema presidencialista atenuado y no uno semi-parlamentario es precisamente gracias a los votos de la derecha (unidos a los del PC), los cuales inclinaron la balanza hacia tal forma de gobierno. Adicionalmente, como lo ha mencionado Manu Royo, el pleno aprobó la indicación del Principio de No Devolución en asuntos migratorios presentado, justamente, por una convencional de derecha, la RN Paulina Veloso. Lo anterior solo por nombrar dos casos, entre muchos más, donde la derecha sí incidió en el debate; ergo, fue más que considerada.

A su vez, también pueden mencionarse varias iniciativas (tanto de convencionales como populares) que no surtieron efecto, las cuales se hallaban patrocinadas por fuerzas de izquierda. Quizás dos de las más relevantes hayan sido la relacionada con la nacionalización de la gran minería (con derecho a expropiación compensada, tal cual se hizo en el gobierno de Allende) y con la subordinación del Banco Central al poder democrático electoral, esto es, la derogación de su autonomía "técnica".

 Lejos de querer discutir la relevancia o no de estas últimas iniciativas (lo cual pecaría de extemporáneo), las menciono sólo para dar cuenta que su ausencia viene a confirmar que no estamos frente a un texto constitucional extremista, sino ante uno susceptible de resumirse y articularse bajo la clave hermenéutica con la cual él mismo se abre: un Estado Social de Derecho.

Así, como ha señalado Manuel Antonio Garretón (quien se halla lejos de ser santo de mi devoción), más que concebir a la NC desde la expectativa ilusa de ser la "Casa de Todos" (la pueril creencia de que cada uno de nosotros pueda sentirse "propiamente" identificado con la NC) estaríamos ante una propuesta de una "Casa para Todxs", donde el habitar demanda una tarea por llevarse a cabo en comunidad, y no apropiada o privatizada de antemano ni circunscrita al interés individualista. De ahí que cobre aún más sentido el concebir este texto en contraste con la Constitución del 80 (redactada por la Comisión Ortúzar entre 4 paredes, en plena Dictadura civico-militar, mientras las voces disidentes eran exterminadas, torturadas, violadas o, en el mejor de los casos, exiliadas), de cuya interpretación no sólo se desprendía la idea del Estado Subsidiario, sino la operatividad de una casa a la medida de una minoría privilegiada.

lunes, 9 de mayo de 2022

Hacia el fondo




I

Terminábamos de almorzar. Hacía frío. La estufa parpadeaba desde el viernes de la semana pasada y un olor denso invadía el departamento. Habíamos visto algunas posibilidades de trabajo. De hecho, anotamos los números de un par de supermercados que buscaban cajeros. Llamaríamos ese mismo lunes. No alcanzamos a hacerlo, es cierto, pero te lo agradezco igual. Me ayudaste en ello. Me ayudabas en todo. Te lo agradezco y te agradezco a ti, aunque no le agradezco nada a Dios. Me hubiese gustado brindar ahí mismo. Pero tenías la mirada transparente y cristalina, lamentable y solidaria, similar a la noche anterior, a las semanas anteriores. Me pareció que ibas a llorar. Por eso yo busqué no hacerlo: llené al máximo la cuchara de tallarines para que taponearan mi garganta.

Nos levantamos de la mesa y todo estuvo en orden. El desorden del hogar ya no nos sorprendía. Nunca creímos en la salud mental. Cosas domésticas, igual que el orden del departamento: cosas mundanas. Pero me pediste que lavara la loza acumulada desde el fin de semana. Tú la secarías. Acepté de buen modo y encendí la radio.

II

Dejaste el paño de secado sobre la cocina para contestar tu celular. Respondiste con un monosílabo afirmativo y rápidamente colgaste. No te pregunté quién era. Agradecí que no te extendieras hablando más de la cuenta. Escuchábamos una Sinfonía de Mahler. Lo hacíamos con sagrado silencio, como durante las primeras veces, y como esas primeras veces dijimos que tendría que ser la última vez: Mahler, un Titán caído que no alcanzaría a resucitar. Así tenía que ser. Algo grande estaba por irrumpir. Y seguías ahí, de pie y a mi lado. 

- Perdóname. Son mis padres. Vienen subiendo las escaleras. Ellos me ayudarán a empacar. Quédate aquí. No los saludes, no es necesario. Así será mejor. Lo siento.

Yo también lo (pre)sentía.

III

Estaba a punto de rebalsarse. Un minúsculo hilo de agua seguía cayendo al interior del lavaplatos. La espuma no dejaba ver la loza sumergida. Con mis manos sentí la suave silueta de los vasos mientras avanzaba para extraer los residuos de comida desde el orificio del desagüe. Toqué fondo. Mis uñas se hundieron en una masa informe. Algo sonó, se removió y la altura del agua empezó a descender violentamente. Giré la cabeza hacia el lado. No quise ver la materia viscosa que tenía entre mis dedos antes de tirarla a la bolsa de basura. Mecánicamente repetí la acción una vez más y volví a girar la cabeza hacia el lado. Pero ya no quedaba casi ningún residuo por remover. En un par de segundos el agua estancada desapareció por completo, dejando apreciar la leve agonía de la espuma, los bordes del lavaplatos salpicados de salsa y un revoltijo de tallarines ahorcándose unos a otros. Como las cuerdas de mi garganta.

IV

De ti no supe más y esa imagen fue la última, la peor versión tuya y la peor de todos los insultos y postales que me dejaste. Quizás por eso la recuerdo: porque nada de ti puede ser peor; porque esa tarde tocaste fondo y cualquier cosa que estés haciendo ahora será mejor que lo que hiciste, mejor que quien fuiste aún siendo tú. 

Sin embargo, continúo buscando el sentido absoluto de esa escena. Me empeño en llegar hasta su fondo más profundo para cogerla y agotarla. Sigo recordándola. Intento recorrerla y no solo habitarla. En vano la he forzado a confesar verdades subterráneas de ti y de mí, y también la he invocado para que me conceda el milagro de no haber existido nunca. He vuelto a visitarla innumerables veces y siempre de distintas maneras, maneras que van desde el iluso optimismo de la razón, de aquella razón portadora de promesas saludables y liberadoras, hasta la desesperación del culpable enceguecido por calmar su sed a cualquier precio, incluido el precio de aniquilarse a sí mismo. En realidad nunca he sacado nada recordando, pero sigo aquí: sobreviviendo, ni superándome ni suicidado. Aunque tal vez queriendo no haber nacido: suicidándome noche a noche.

V

En el fondo de todo y de todos siempre hay algo más inmundo, algo no visto y que nunca termina de irse, de mostrarse, de esconderse. Un fondo sin fondo: viscosidad.

viernes, 25 de marzo de 2022

Refundación (y refutación) de Carabineros

El hecho de que bajo gobierno de Boric continúen produciéndose casos de abusos policiales revela, al menos, dos problemas, como parte de un mismo fenómeno.
 
Primero, que no existe capacidad de control político por parte del Ministerio del Interior a la hora de obligar a que Carabineros de Chile realice su función actual: velar por el orden público respetando los protocolos básicos en su aplicación del "legítimo uso de la violencia" monopolizado por el Estado (atributo de las policía en las democracias burguesas-liberales). Estos protocolos -los cuales ni siquiera cuentan con una perspectiva de Derechos Humanos- tan sólo exigen que sa aplique la fuerza cuando sea estrictamente necesario, de una manera proporcional, gradual y con un objetivo disuasivo. Demás está decir que nada de esto ha sido respetado por la policía militarizada de Carabineros de Chile durante gran parte de su historia (intensificándose a partir de la dictadura civico-militar de Pinochet). No obstante, se vuelve inaceptable que hoy esto perdure, considerando que nos encontramos bajo un gobierno autodenominado de izquierda e integrado por muchas personas que salieron a las calles a manifestarse -incluso antes desde el 18 de Octubre de 2019- y las cuales fueron testigos de las violaciones a los Derechos Humanos perpetradas por Carabinero de Chile. 

Segundo -y como reverso de lo anterior-, se revelaría una posible insubordinación de la institución policial ante el poder político. Esto sería sumamente grave, pues significaría que dicha institución estaría ejerciendo un poder que transgrede a sus atribuciones en cualquier democracia: el principio de no deliberación. Dicho en simple: si Carabineros (y las FFAA en su conjunto) se mandaran solos o sirviesen declaradamente a intereses privados de una determinada clase (cosa que de hecho hacen, pero no declaran), correríamos el riesgo de ver multiplicado los abusos y violaciones a los DDHH hasta transformarlos en la norma y no en excepciones (como sucede con los regímenes totalitarios y militarizados). 

Por lo pronto, no hay que descartar que este fenómeno esté siendo impulsado por la derecha más recalcitrante, buscando exacerbar el caos y tender hacia lógicas cada vez más represivas, autoritarias y criminales, tal cual se aprecia a nivel internacional a través de los procesos de neofascistización. 

Ante tal escenario, urge realizar una refundación de Carabineros. Aunque durante la segunda vuelta Boric haya hablado de "reforma" por sobre "refundación", el horror de los hechos (avalados, además, en cuatro informes de ONG y organismos internacionales durante la revuelta) lo están obligando a realizar lo último. 

Así, ya no sólo se precisa de una mera solución focalizada, al modo de una destitución de los altos mandos, o de la condena de los responsables directos e indirectos de cada delito. Se debe ir mucho más allá de aquello para reorientar la finalidad social de la institución, desmontando el adoctrinamiento y clasismo actual, y apuntando hacia una formación basada en el respeto, compromiso y valoración de los DDHH, así como de su función ciudadana, motivada ya no sólo en pro del orden público, sino del bien común rector del ideal democrático. Un camino muy largo y complejo, pero tan estructural como las transformaciones prometidas por este gobierno y demandadas por la mayoría de la sociedad.

lunes, 21 de marzo de 2022

Dictado moral (Historia Moderna)

Foto de William Eugene Smith

¡Hey, usted! Sí, usted, el adulto bien informado, el televidente que -durante horas y horas cada día- se emociona a partir de los padecimientos del pueblo ucraniano (el proeuropeo, no el del Donbás) narrados por valientes periodistas in situ. Usted, que los días domingos, en medio del almuerzo familiar y habiendo concurrido o no a misa, comparte su preocupación sobre el inicio de una nueva Guerra Fría, así como sobre el encarecimiento de los productos agrícolas y energéticos, pero que, pese a eso, tiene la convicción de que sancionar a Rusia es un deber moral y, por lo tanto, es un precio que está dispuesto a pagar (como si la moral fuese una moneda de cambio).

Pues bien, usted, el adulto moralista y bien informado, el hombre de bien, quien aboga por la paz y por la libertad,  ha decidido apoyar al pueblo de Ucrania (o mejor dicho, frenar a Putin, porque a muchos neonazis ucranianos no creo que esté dispuesto a apoyar), poniendo una banderita celeste y amarilla en sus fotos de perfil, en su auto o en su bolso. ¿Qué quiere que le diga?

Primero: ¡Bravo!

Segundo: Un consejo. Corte la colita izquierda de la bandera (aproximadamente un cuarto), pues ello representará a las regiones de Donestk y Lugansk (y si quiere súmele a Crimea), cuya gran mayoría de habitantes se identifica más con el lenguaje y la cultura rusa que con un estado artificial como el de Ucrania.

Tercero: Para ser moralmente justo y no caer en hipocresía alguna (tal como dictan los complejos de santidad), agregue a la banderita rasgada de Ucrania la de los siguientes países (sólo por recordar algunos de los más recientes): Palestina (ocupada, expoliada y sometida por Israel a un sistema de neocolonialismo, apartheid y exterminio desde 1948 a la fecha), Siria (sometida a una guerra de agresión generada a partir de los intereses de potencias geopolíticas desde 2011 a la fecha), Yemen (sometida a una guerra de agresión por el wahabismo de Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos desde 2014 a la fecha), Afganistán (sometido a casi 20 años de ocupación estadounidense que agudizó gravemente los conflictos étnico-religiosos), Irak (sometido a una invasión de Estados Unidos y sus aliados desde 2003 hasta la fecha tras el pretexto de luchar contra el terrorismo, exportar la democracia y eliminar armas de destrucción masivas que nunca existieron), Libia (sometida a una intervención militar de gobiernos occidentales, la cual sembró el caos y fragmentó un país que tenía el IDH más alto del norte de África), el pueblo Saharaui (engañado, violentado e invisibilizado en sus afanes de autodeterminación por la monarquía autoritaria de Marruecos y la cobardía de todo el espectro política de España, en complicidad con el sionismo y el imperialismo estadounidense)...

Esas son sólo algunas de las banderas que podría agregar. Por supuesto, no hace falta mirar al pasado, pues no acabaríamos nunca si nos dedicamos a enumerar los crímenes, torturas, atropellos y violaciones contra los Derechos Humanos y el Derecho Internacional que ha promovido Estados Unidos y Europa en todo el mundo periférico (con la complicidad, obviamente, de las clases dominantes y vendepatria de cada nación) a lo largo de la historia moderna. 

Pero, es cierto, no se puede pedir todo: el desarrollo y la paz (¡la civilización!) conlleva genocidios y censuras, empezando por la Conquista de América y llegando hasta la rusofobia, pasando por las Guerras Mundiales, el Holocausto y por dos bombas atómicas dirigidas contra la población civil de Hiroshima y Nagasaki. Pedir más sería un despropósito.

Bueno, para resumir, creo que junto a la bandera de Ucrania podría poner la de todos los países del mundo...o la de ninguno (aunque no la de los países autodenominados.primer mundistas, aunque sí la de algunos de sus movimientos de resistencia, ya sean sociales, étnicos o de género). Ojalá el espacio le alcance. 

Finalmente, y siendo realista, temo que pondrá, en un gesto de priorización (o arbitrariedad), la bandera del país que sus propios colores (o las opciones de Facebook) le sugieran (o dicten).

miércoles, 16 de marzo de 2022

Memoria que imagina. Reseña sobre "Invisible" de Paul Auster




Tal vez uno de los aspectos más asombrosos de la narrativa contemporánea ha consistido en reafirmar -hasta la confirmación- algo que desde siempre se intuyó: nunca una narración se puede reducir a la historia que narra. Por el contrario, las técnicas narrativas actuales logran hacer de la historia un mero "pretexto" para desarrollar el virtuosismo del "arte textual". 

En efecto, la técnica del decir, el acto de contar, las reflexiones que los personajes no alcanzan a masticar, la intertextualidad, el silencio, las vacilaciones de una memoria dudosa de sí misma o los instintos de una imaginación deseante, son recursos narrativos que, en lugar de ponerse al servicio de un orden exterior (la verosimilitud del contenido, la complejidad de la trama, un desenlace clarificador, etc.), ellos mismos conforman el "foco" fragmentario e irreconstituible que prima sobre la historia. Para decirlo en una palabra: la novela como lúcido conglomerado y destello de partes que no precisan de un todo armónico en el cual encajar.

Este es el caso de Invisible (2009, Anagrama), admirable novela de Paul Auster. Dividida en tres capítulos, cada uno de ellos yace consagrada a distintos tipos de narradores. El joven y bello poeta neoyorkino, Adam Walker, comienza narrando en primera persona su arrollador encuentro con una pareja francesa, y cómo ésta lo adentra en un ambiente que alterna la ilusión literaria y la fascinación sexual con la más patológica violencia. 

La parte siguiente, es narrada en segunda persona por el propio Adam, más de cuarenta años después. A modo de memoria autobiográfica, hace referencia a los lados más oscuros de su pasado, donde se entremezclan la manipulación amorosa, algunos trazos familiares, fracasos literarios y una relación incestuosa. Esa segunda persona narrativa, de alguna manera, se explica no sólo a partir de la distancia culposa de Adam frente a su vida, sino la inventiva distorsionante del mismo: pasado de Adam que es él mismo, el mismo Adam, recordando y ficcionando, escribiendo mientras se hunde en una enfermedad terminal, habitando tanto un cuerpo -un harapo de cuerpo- que se excita en la memoria, así como una memoria que se va escapando de tal cuerpo doliente.

En el último capítulo opera un narrador-testigo, una profesora de literatura antigua enamorada de Adam que, pese a no haberlo visto durante décadas, mantiene su amor hacia él. Cuando sabe que Adam dejó escritas sus memorias antes de morir, las lee y se siente con el deber de zanjar los asuntos pendientes. Por eso, escribe esa última parte, con la cual se cierra el libro.

Invisible es el título de un desajuste. Se trata de una novela escrita desde el perspectivismo posmoderno, donde, al final, ninguna solidez o facticidad preexiste a lo narrado. Memoria, instintos, deseos, humillaciones, culpas; todo se deshace en un mar invisible. Pero esa misma invisibilidad, existe: es el espacio imaginativa donde se despliegan y contraen los sentidos de la ficción; la posibilidad de ir y venir dotando de voluntad y significado al simple hecho de existir.

viernes, 4 de febrero de 2022

El mito de Macondo. Reseña sobre "La hojarasca" de García Márquez



Macondo es narrado desde el mito.  Cuando se ha retirado lo peor de la hojarasca, y aunque haya dejado su hedor putrefacto entre los caminos, recién ahí emerge una porción de aire fresco. Una ráfaga de lucidez que, sin embargo, sigue remitiendo, como trauma insuperable, a la catástrofe que trajo aparejada la hojarasca.

"La hojarasca" (1955) es la primera novela de García Márquez. Ella, también, inicia, crea o da fe del imaginario mítico de Macondo. 

El tema central de la novela descansa en un conflicto trágico y universal, el cual remite a Antígona de Sófocles: la lucha entre, de un lado, la inalienable e incondicional dignidad humana (basada en un supuesto derecho natural), con el justo derecho de todos los muertos a ser enterrados, y, de otro lado, el (re)sentimiento humano de una sociedad degradada y víctima del capital, que entiende la justicia como venganza (derecho consuetudinario y contextual). 

No obstante, esta obra rebasa con creces su tema. Antes que quedar reducida a la historia, ella funda mundo. Esa es, tal vez, la principal virtud del realismo mágico: la fundación de una identidad donde, pese a provocarnos un profundo extrañamiento, siempre nos estamos reconociendo en cuanto latinoamericanos, con toda la gran dosis de diversidad que ello implica. Somos latinoamericanos -parece decirnos tanto esta novela como gran parte del primer Boom-. Lo somos, pese a la hojarasca; incluyendo a la hojarasca.

Macondo es narrado desde el mito. Cuando se ha retirado lo peor de la hojarasca, y aunque haya dejado su hedor putrefacto entre los caminos, recién ahí emerge una porción de aire fresco. Una ráfaga de lucidez que, sin embargo, sigue remitiendo, como trauma insuperable, a la catástrofe que trajo aparejada la hojarasca.

"La hojarasca" (1955) es la primera novela de García Márquez. Ella, también, inicia, crea o da fe del imaginario mítico de Macondo. 

El tema central de la novela descansa en un conflicto trágico y universal, el cual remite a Antígona de Sófocles: la lucha entre, de un lado, la inalienable e incondicional dignidad humana (basada en un supuesto derecho natural), con el justo derecho de todos los muertos a ser enterrados, y, de otro lado, el (re)sentimiento humano de una sociedad degradada y víctima del capital, que entiende la justicia como venganza (derecho consuetudinario y contextual). 

No obstante, esta obra rebasa con creces su tema. Antes que quedar reducida a la historia, ella funda mundo. Esa es, tal vez, la principal virtud del realismo mágico: la fundación de una identidad donde, pese a provocarnos un profundo extrañamiento, siempre nos estamos reconociendo en cuanto latinoamericanos, con toda la gran dosis de diversidad que ello implica. Somos latinoamericanos -parece decirnos tanto esta novela como gran parte del primer Boom-. Lo somos, pese a la hojarasca; incluyendo a la hojarasca.

Pero, ¿qué simboliza la hojarasca? El caudal de deshechos, corrupción y devastación que viene aparejador con la modernidad y sus procesos de capitalismo extractivista.

¿Que la causa efectivamente? El asentamiento de la industria bananera. 

Así, la hojarasca simboliza la explotación y cosificación de los modos de producción extractivistas de comienzos del siglo XX, pero también la miseria y desolación con que condena, trágicamente, a los pueblos donde el capitalismo posa sus garras depredadoras.

Esta figura innombrable -solo nombrada por García Márquez como la compañía bananera- , cuenta con un correlato histórico. En efecto, representa el asentamiento de la United Fruit Company en la región caribeña de Colombia, la cual, después de casi 30 años de haber devastado la zona, explotado a los trabajadores, monopolizado el comercio, instalado formas de vida alienantes, masacrado huelgas de trabajadores, consumido gran parte de los recursos, inutilizado el suelo y, por cierto, generado millonarias ganancias para los capitales estadounidenses, se retira de la zona hacia el año 1929.

Y ¿qué deja la hojarasca? A ella misma: miseria, putrefacción y murmullos. Miedo y rencor. Pero, en esos mismos murmullos, también habita una porción de aire que permite atestiguar (y tener fe en) el mito de Macondo.

Por lo mismo, Macondo florece desde la tierra movediza, pero siempre significativa, de la imaginación. La novela se estructura a partir de tres soliloquios que, a su vez, expresan la distinta valoración que se hace de la hojarasca: el viejo Coronel, quien, portador de una moral católica y tradicional, es testigo y defensor nostálgico de un Macondo aldeano, anterior a las corrupciones de la modernidad; su hija Isabel, quien, contemporánea al auge y caída de Macondo, replica, en su frustrada vida personal, la misma decadencia trágica del pueblo; y el hijo de aquella, un niño de apenas doce años, que, con la mirada reluciente y creativa de la inocencia, encarna la ilusión de un mundo nuevo.

La fundación de tal mundo nuevo, el cual no niegue la delirante fascinación que despierta los murmullos de la hojarasca, del teatro y del ferrocarril, sólo podrá ser fruto de una novela, es decir, de la conjunción de la palabra, el recuerdo y la imaginación. En esa acción residirá el origen sin origen de Macondo y su realismo mágico: en la manera en que García Márquez nos crea, retrata y retoca.



jueves, 27 de enero de 2022

Tensión y desinformación sobre Ucrania: el rol de Rusia, EEUU y la OTAN



Dos asuntos que se entrelazan. Una cuerda es tensada. El pasado está a punto de estallar en el presente. Quizás la geopolítica tenga estructuras de largo plazo. Eso nos quieren hacer creer. Pero ni de cerca habitamos un escenario similar al de Guerra Fría, aunque busque ser reactivado. Por eso, la importancia historia y nuestro deber ciudadano de aplicar el juicio crítico, en plena época de la desinformación, no puede olvidarse.

PUTIN

Pese a que el teatro sea deslumbrante, el libreto de la hipocresía es sencillo. Las agencias de prensa internacional presentan a Rusia como un país agresor contra Ucrania. Luego, EEUU, la Unión Europea y la OTAN, cumpliendo con su espíritu justiciero, defienden a Kiev. Todo parece simple y condenable; todo parece verosímil: se trata de la ambición imperialista de Putin. Pero pensemos un poco.

Nadie va a negar que Putin ejerce un gobierno autoritario y muchas veces opuesto a los principios que rigen la forma de estado federativa de Rusia. Tampoco nadie negar que Putin, por medio de su canciller Sergei Lavrov, se relaciona internacionalmente bajo intereses capitalistas, aunque con mayor dosis de equidad y ganancia mutua que otros. Pero invisibilizar la dimensión geopolítica de este conflicto es parte de esa misma batalla geopolítica: una geopolítica de la (des)información que posiciona a occidente, específicamente a EEUU y a la OTAN, como defensores del mundo democrático (liberal) y supuestamente libre.

OTAN

Si Rusia ha acercado sus tropas a la frontera con Ucrania es justamente porque la OTAN, incumpliendo la promesa hecha a comienzos de los 90, se ha expandido hacia el oriente, es decir, cada vez se aproxima más a Moscú. Esto ha significado pasar de 16 países miembros a 30, en poco más de tres décadas, incluyendo a Polonia y a los países bálticos fronterizos con Rusia (Estonia, Lituania y Letonia). Invitamos el asunto en un rústico ejercicio imaginativo: ¿Cómo reaccionaría EEUU si en la frontera mexicana con Texas se dispusieran tropas y armamentos militares? Para responderla, otra pregunta, pero históricamente constatada: ¿Cómo reaccionó EEUU cuando el año 61 la URSS instaló misiles en Cuba? Basta y sobra. 

Más allá del contexto de Guerra Fría y su reacción frente al Pacto de Varsovia, la OTAN fue creada, como muy irónicamente dijera un general inglés, con una finalidad específica que se reduce en la siguiente frase: "Mantener a los americanos dentro de Europa, a Rusia fuera de ella y a Alemania pequeña y controlada." Quizás sólo el primero de esos objetivos se sigue cumpliendo en la actualidad, pero metamorfoseado bajo el rostro de los grandes inversionistas estadounidenses. La expansión económica de Rusia, y particularmente el suministro energético que brinda a países europeos, se ve con malos ojos desde los sectores más cercanos al capitalismo salvaje de EEUU. De ahí que existan sanciones económicas, advertencias diplomáticas y amenazas militares para frenar su avance.

DESINFORMACIÓN

Ahora bien, el problema interno (nunca del todo) de Ucrania, al igual como sucede con otras ex-repúblicas soviéticas, consiste en un nudo que entrelaza al nacionalismo, la identidad cultural y al constructo del Estado-Nación, todo recubierto por las fuerza de los intereses económicos transnacionales.

Se acusa a Rusia de invadir Crimea y generar inestabilidad en el Dombás, la región este de Ucrania. Pero, ¿mencionan las agencias internacionales que ambas zonas son rusoparlantes y que sus habitantes se identifican culturalmente mucho más con la gran madre rusa antes que con el aspiracionismo europeísta? ¿Acaso los analistas internacionales señalan que hubo un plebiscito popular en Crimea para decidir su secesión de Ucrania y en cuyo escrutinio se impuso abrumadoramente (con más del 90% de adhesión) esa opción? ¿Acaso alguien habla del golpe de Estado dado a Yanukovich en 2015 por medio de las fuerzas de ultraderecha, las cuales buscan que el ingreso de Ucrania sea aceptado por la Unión Europea (justamente al precio de volverla una punta de lanza de la OTAN con miras a Moscú)? ¿Por qué los comentaristas internacionales invitados a la televisión (cuando los hay) apenas consideran los innumerables intereses económicos que están en juego en la región, principalmente aquellos vinculados con los gasoductos provenientes desde el sur de Rusia y por la construcción, en el Mar Báltico, del Nord Stream 2? ¿Por qué tampoco se mencionan las amenazas que, de asentar bases militares estadounidenses en Ucrania, dejarían a Moscú a cinco minutos de ser destruido, tornando casi nula la eficacia de su sistema de defensa antimisiles? ¿Y qué decir del presupuesto militar aprobado por el Congreso estadounidense hace algunas semanas, el cual roza los 800 mil millones de dólares (el más alto de su historia), y donde se destinan cientos de millones no sólo a recursos y tropas militares, sino también al apoyo de ONG que emitan propaganda antirusa en Ucrania?

TAREA

No se trague todo lo que ve. El llamado es a investigar y a reflexionar críticamente. En esta época de las comunicaciones, de la información, pero también de copamiento de la agenda por los medios de masas y de reproducción desinformativa hecho por las grandes agencias internacionales (France-Press, EFE, Reuters, Associated Presa, etc.), sin duda servidoras de los intereses hegemónicos y neocoloniales del capital, atrevámonos a comparar medios contrastar información y analizar discursos, teniendo como eje orientador las, muchas veces trágicas, enseñanzas que nos ha dejado la historia. Solo así seremos capaces de reflexionar críticamente acerca de los intereses geopolíticos que están en juego, y que también buscan jugar con nosotros, subestimando nuestra inteligencia y valentía.

sábado, 22 de enero de 2022

Gabinete: "consolidar para avanzar"



No nos sorprendamos. Las fuerzas antifascistas que derrotaron a Kast nunca fueron fuerzas antineoliberales. Boric no porta la Revolución, sino la esperanza de transformaciones estructurales. Con él, más importante que "su" programa inmediato, lo relevante es la potencia del proyecto que robustece: junto al arduo e innovador trabajo de la Convención Constitucional, por un lado, y al apoyo de organizaciones y movilizaciones populares (seguramente, después de medio siglo, tendremos un gobierno susceptible de ser defendido en la calle), por otro, el gobierno de Boric tendrá por misión sentar las condiciones de posibilidad de un cambio de rumbo. Esto significa, la paulatina desmercantilzación de los derechos sociales (cuyos efectos a corregir han generado: la precariedad del sistema de salud;  la reproducción epistémica y desigualdad social de una educación gestional y estandarizada; el abuso desvergonzado de AFP con sus millonarias utilidades) y la consolidación de un modo de concebir las relaciones sociales bajo una perspectiva feminista e intercultural que vaya mucho más allá de la paridad, para, por ejemplo, abordar asuntos como la crisis ambiental desde un prisma ecofeminista y basado en el "buen vivir" y armonía con la naturaleza.

Ahora bien, los primeros pasos de este gobierno evidencian tanto la diversidad como la pugna que existe al interior del mismo. El gabinete recoge, así, figuras provenientes de distintos sectores políticos que van desde el sector de la ex-Concertación hasta el PC y algunos independientes. Obviamente Boric busca alianzas con el PS para tenerlos de su lado en un Parlamento poco favorable. Menos obvio -pero más ingenuo- es valorar la presencia del PS como un gesto de invitación: llamarlos, a través de su inclusión en un gobierno transformador, a remontarse a sus propios orígenes, cuando el PS fue, hasta entrado los 70, un partido de izquierda. En todo caso, hoy figuras como Carlos Montes (Vivienda) o Mario Marcel (Hacienda), muy poco recuerdos deben guardar del Congreso de Chillán, por decir algo.

Desde siempre supimos que para derrotar al fascismo había que construir un gran frente. Lo hicimos. Ahora será tiempo de desplegar un diálogo radical en dos frentes: al interior de un gobierno en pugna, poroso en su configuración partidista, pero también en sus ideales ciudadanos y en sus iniciativas para favorecer la participación popular (aunque, por lo mismo, también dispuesto a llegar a acuerdos donde la institucionalidad no suprima o conjure la conflictividad y el movimiento de la vida popular); y al exterior de éste, es decir, en las calles, donde el adversario, esa derecha empresarial-patronal que, durante los últimos 40 años, ha visto multiplicadas sus ganancias en función a la acentuación de sus privilegios, irá utilizando gradualmente todos los medios que tenga a su alcance para evitar cederlos (copamiento de los medios de información de masas, creación de medios digitales, proliferación de bots algorítmicos, campañas del terror a nivel económico, securitario y xenófobo, instalación de fake news y acusaciones de populismo y corrupción, bloqueos financieros y bloqueos productivos, todo con miras a provocar golpes blandos o "legales", etc.). Sin duda, ahora se viene a lo que vinimos: seguir dando la lucha.

En suma, si buscamos resumir la conformación del gabinete, más allá del programa para vincularlo con el proyecto que esta etapa continúa abriendo, bien podríamos usar una frase emblemática de los años de la UP: "consolidar para avanzar" ( y no "avanzar sin transar"). Esperemos que ese avance sí pueda representar los primeros pasos de una verdadera transición. Pero, ¿de una transición hacia dónde? Hacia donde ya no sea necesario transar.