martes, 7 de junio de 2022

Hacia la Nueva Constitución

 


Mientras nos acercamos al plebiscito las noticias sobre la Nueva Constitución han venido tomando una fuerza creciente. Pese a que la gran mayoría de la derecha -con el poder de sus medios de comunicación y el financiamiento empresarial- ha tendido a bloquear el desarrollo de una discusión que aborde argumentos de fondo, optando por adoptar planteos falaces, facilistas y victimistas (por no mencionar a sus tropas de bots y su arsenal de Fake News en Redes Sociales), paulatinamente vamos conociendo los logros inscritos en la propuesta constitucional.

La aparición del borrador de la NC ha marcado un punto de inflexión, tan previsible como notorio. Se va dejando atrás el ambiente turbio impuesto por las fuerzas del rechazo, así como la satanización del conflicto político (cuestión, quizás, originada en una concepción paradisíaca-elitista de la convivencia social; de cómo una clase minoritaria sueña, religiosamente, con la política edénica), cuestiones favorecidas por una cobertura reductiva y predominantemente jurídica del proceso político de la CC, tendiente a instalar confusión. En tal punto, la segunda mesa directiva de la CC también debe realizar su autocrítica, pues durante el proceso fue incapaz de generar una estrategia comunicativa de pensamiento crítico que ejerciera contrapeso a los medios hegemónicos.

En relación sólo a uno de los puntos anteriores, el de la supuesta falta de consideración de la derecha en los temas discutidos, cabe recordar -como lo ha hecho Gaspar Domínguez- que si el borrador de la NC propone un sistema presidencialista atenuado y no uno semi-parlamentario es precisamente gracias a los votos de la derecha (unidos a los del PC), los cuales inclinaron la balanza hacia tal forma de gobierno. Adicionalmente, como lo ha mencionado Manu Royo, el pleno aprobó la indicación del Principio de No Devolución en asuntos migratorios presentado, justamente, por una convencional de derecha, la RN Paulina Veloso. Lo anterior solo por nombrar dos casos, entre muchos más, donde la derecha sí incidió en el debate; ergo, fue más que considerada.

A su vez, también pueden mencionarse varias iniciativas (tanto de convencionales como populares) que no surtieron efecto, las cuales se hallaban patrocinadas por fuerzas de izquierda. Quizás dos de las más relevantes hayan sido la relacionada con la nacionalización de la gran minería (con derecho a expropiación compensada, tal cual se hizo en el gobierno de Allende) y con la subordinación del Banco Central al poder democrático electoral, esto es, la derogación de su autonomía "técnica".

 Lejos de querer discutir la relevancia o no de estas últimas iniciativas (lo cual pecaría de extemporáneo), las menciono sólo para dar cuenta que su ausencia viene a confirmar que no estamos frente a un texto constitucional extremista, sino ante uno susceptible de resumirse y articularse bajo la clave hermenéutica con la cual él mismo se abre: un Estado Social de Derecho.

Así, como ha señalado Manuel Antonio Garretón (quien se halla lejos de ser santo de mi devoción), más que concebir a la NC desde la expectativa ilusa de ser la "Casa de Todos" (la pueril creencia de que cada uno de nosotros pueda sentirse "propiamente" identificado con la NC) estaríamos ante una propuesta de una "Casa para Todxs", donde el habitar demanda una tarea por llevarse a cabo en comunidad, y no apropiada o privatizada de antemano ni circunscrita al interés individualista. De ahí que cobre aún más sentido el concebir este texto en contraste con la Constitución del 80 (redactada por la Comisión Ortúzar entre 4 paredes, en plena Dictadura civico-militar, mientras las voces disidentes eran exterminadas, torturadas, violadas o, en el mejor de los casos, exiliadas), de cuya interpretación no sólo se desprendía la idea del Estado Subsidiario, sino la operatividad de una casa a la medida de una minoría privilegiada.