Mientras nos acercamos al plebiscito las noticias sobre la Nueva Constitución han venido tomando una fuerza creciente. Pese a que la gran mayoría de la derecha -con el poder de sus medios de comunicación y el financiamiento empresarial- ha tendido a bloquear el desarrollo de una discusión que aborde argumentos de fondo, optando por adoptar planteos falaces, facilistas y victimistas (por no mencionar a sus tropas de bots y su arsenal de Fake News en Redes Sociales), paulatinamente vamos conociendo los logros inscritos en la propuesta constitucional.
La aparición del borrador de la NC ha marcado un punto de inflexión, tan previsible como notorio. Se va dejando atrás el ambiente turbio impuesto por las fuerzas del rechazo, así como la satanización del conflicto político (cuestión, quizás, originada en una concepción paradisíaca-elitista de la convivencia social; de cómo una clase minoritaria sueña, religiosamente, con la política edénica), cuestiones favorecidas por una cobertura reductiva y predominantemente jurídica del proceso político de la CC, tendiente a instalar confusión. En tal punto, la segunda mesa directiva de la CC también debe realizar su autocrítica, pues durante el proceso fue incapaz de generar una estrategia comunicativa de pensamiento crítico que ejerciera contrapeso a los medios hegemónicos.
En relación sólo a uno de los puntos anteriores, el de la supuesta falta de consideración de la derecha en los temas discutidos, cabe recordar -como lo ha hecho Gaspar Domínguez- que si el borrador de la NC propone un sistema presidencialista atenuado y no uno semi-parlamentario es precisamente gracias a los votos de la derecha (unidos a los del PC), los cuales inclinaron la balanza hacia tal forma de gobierno. Adicionalmente, como lo ha mencionado Manu Royo, el pleno aprobó la indicación del Principio de No Devolución en asuntos migratorios presentado, justamente, por una convencional de derecha, la RN Paulina Veloso. Lo anterior solo por nombrar dos casos, entre muchos más, donde la derecha sí incidió en el debate; ergo, fue más que considerada.
A su vez, también pueden
mencionarse varias iniciativas (tanto de convencionales como populares) que no
surtieron efecto, las cuales se hallaban patrocinadas por fuerzas de izquierda.
Quizás dos de las más relevantes hayan sido la relacionada con la
nacionalización de la gran minería (con derecho a expropiación compensada, tal
cual se hizo en el gobierno de Allende) y con la subordinación del Banco
Central al poder democrático electoral, esto es, la derogación de su
autonomía "técnica".
Así, como ha señalado Manuel
Antonio Garretón (quien se halla lejos de ser santo de mi devoción), más que
concebir a la NC desde la expectativa ilusa de ser la "Casa de Todos"
(la pueril creencia de que cada uno de nosotros pueda sentirse "propiamente"
identificado con la NC) estaríamos ante una propuesta de una "Casa para
Todxs", donde el habitar demanda una tarea por llevarse a cabo en
comunidad, y no apropiada o privatizada de antemano ni circunscrita al interés
individualista. De ahí que cobre aún más sentido el concebir este texto en
contraste con la Constitución del 80 (redactada por la Comisión Ortúzar entre 4
paredes, en plena Dictadura civico-militar, mientras las voces disidentes eran
exterminadas, torturadas, violadas o, en el mejor de los casos, exiliadas), de
cuya interpretación no sólo se desprendía la idea del Estado Subsidiario, sino
la operatividad de una casa a la medida de una minoría privilegiada.