"Escribiendo poesía en el país de los imbéciles.
Escribiendo con mi hijo de rodillas.
Escribiendo hasta que cae la noche
con un estruendo de mil demonios.
Los demonios que han de llevarme al infierno,
pero escribiendo".
Roberto Bolaño. La Universidad Desconocida.
Roberto Bolaño. La Universidad Desconocida.
Y a veces dan ganas de escribir con ritmo, rápido, con una musicalidad endiabladamente corporal. No piensas en qué asunto, ni el tema, ni la trama, nada. Sólo te sientas, mueves las manos como si fueras un pianista y te pones a teclear. Sin contenido, sin moderación, siendo delirio. Eres pura forma derrochada, como una mala copia del imposible matrimonio entre surrealismo y tolerancia. Y así te agotas. Duras poco. Dejas de escribir y te jodes. Te jodes sin saber en verdad cuándo y dónde y por quién te jodiste. Y te acuerdas cuando Vargas-Llosa se pregunta cuándo se jodió El Perú!? Pero tu miserable jodida no tiene nada que ver con Perú ni menos con Vargas-Llosa. Tu jodida es sólo tuya, no está en libros, ni en las Cantatas de Bach que te hacen gritar, ni en las putas piezas de ajedrez que mueves todo el día por internet...Y si no encuentras esa jodida, ese punto asqueroso donde tu vida se fue al carajo, ese punto exacto como un reloj, como el tic-tac de su secundero que ya pasó y siempre viene y que luego va para seguir pasando y no lo pillas nunca, si no logras parar el secundero de ese reloj barato, si no logras ver qué coño jodió tu vida, sabes que nunca podrás salir. Sabes que te verás al espejo todas las mañana y mirarás tus cejas como quien mira una gaviota muerta que se pudre en la arena, muerta y queriendo vivir, muerta y jodida, jodida y asesinada por Dios. Por ese mismo Dios que, entre paréntesis, ya dejó de existir, por ese Dios al que todos juntos ya asesinamos, ese Dios al que todos juntos ya jodimos, gracias a Dios.