martes, 1 de junio de 2021

Comentario sobre una cita de "¿Qué es la filosofía?" de Ortega y Gasset

En ¿Qué es la filosofía? (1957), Ortega escribe:

“El mundo exterior no existe sin mí pensarlo, pero el mundo exterior no es mi pensamiento, yo no soy teatro ni mundo –soy frente a este teatro, soy con el mundo-, somos el mundo y yo. Y generalizando, diremos: el mundo no es una realidad subsistente en sí con independencia de mí, sino que es lo que es para mí o ante mí y, por lo pronto, nada más (…) Necesitamos, pues, corregir el punto de partida de la filosofía. El dato radical del Universo no es simplemente: el pensamiento existe o yo pensante existo –sino que si existe el pensamiento existen, ipso facto, yo que pienso y el mundo en que pienso- y existe el uno con el otro, sin posible separación. Pero ni yo soy un ser sustancial ni el mundo tampoco, sino ambos somos en activa correlación: yo soy el que ve el mundo y el mundo es lo visto por mí. Yo soy para el mundo y el mundo es para mí. Si no hay cosas que ver, pensar e imaginar, yo no vería, pensaría o imaginaría –es decir, yo no sería.”

Ortega plantea la íntima e indisoluble relación entre dos polos: el sujeto, entendido como “yo”, y el objeto, entendido como “mundo”. Al contrario de lo que nos invita a creer el sentido común, existe una correlación vital entre el sujeto que piensa algo y lo pensado por este sujeto. En una palabra –tal cual nos enseña la fenomenología- “toda conciencia es conciencia de algo”. Esto significa que no puede haber experiencia subjetiva sin un objeto representado en la interioridad del sujeto, como tampoco podemos constatar la existencia de un objeto material o ideal sin un sujeto que lo intuya, esto es, ante el cual aparezca. De alguna manera, sujeto y objeto son capaces de concederse mutua existencia debido a tal correlación.

Si desplazamos este razonamiento a una dimensión histórica, bien podríamos replicar la famosa frase de Ortega: “yo soy yo y mi circunstancia”. Por cierto, no existe un “yo” separado del mundo ni un mundo separado de los sujetos que le confieren significado: los seres humanos siempre estamos siendo (y no terminamos de ser) en conexión con las circunstancias que nos atraviesan y, al mismo tiempo, gracias a esa subjetividad, siempre afectada, podemos dotar de sentido comprensivo a cualquier circunstancia.

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