I
El poeta canta a
la experiencia fronteriza, al lugar huidizo e inexorable donde confluyen la
vida y la muerte. Y ese lugar no es la agonía ni la fe. No es el último
estertor del enfermo ni la incertidumbre vana del religioso. Ese lugar es la
memoria.
II
El poeta invoca
a sus muertos por medio de los utensilios pertenecientes a una cotidianeidad
irremediablemente ida, a un mundo que está condenado a diluirse en el abismo
del vacío. Al poeta lo anima la nostalgia, ese movimiento del alma que nunca se
sabe si se genera como reacción y escapatoria ante un presente caído en radical desgracia, o si
proviene del abanico abierto de la infancia, de aquel tiempo donde todo el futuro se dibujaba a placer mientras contemplábamos las estrellas sentados sobre la copa de un
árbol. La nostalgia y su resistencia a dejarse cartografiar. ¿Desde dónde
emerge la nostalgia? ¿Desde la desesperada respuesta ante un presente degradado
cuya verdad reside en el fracaso anticipado de toda felicidad, o desde el vapor de un pasado donde florecía la fiel promesa de esperanza en la felicidad venidera?
III
Teillier, el
poeta lárico, el poeta de la nostalgia. Ignacio Valente señaló que Teillier no
es poeta por escribir poesía sino que escribe poesía porque es poeta. Da la impresión
que su obra poética está plenamente enraizada con su propia experiencia. Vibrando
en la suspensión de un lugar siempre anterior a todo lo escrito. Precisamente
por eso el estilo de Teillier es sencillo y transparente en su elaboración,
manifestándose reacio a todo artificio verbal o malabarismo lingüístico: porque
va en búsqueda del significado a una dimensión que le precede y en cuyo seno
las palabras aún se esfuerzan en comulgar con las cosas. Precisamente por eso la escritura de Teillier
se despliega bajo una homogeneidad atmosférica tal que incluso leyendo un par
de sus poemas da la impresión de haber leído toda su obra: porque emana desde
la cohesión de una identidad vital, desde un sentimiento de nostalgia
eternizado y esencial, casi sagrado, que siempre es capaz de encarnase en la
multiplicidad de imágenes, cosas y acciones que el poeta ilumina.
IV
Se le ha tildado
de decadente. Se le ha acusado de apolítico. Puede ser. Aunque yo creo que la
poesía de Teillier yace motivada por ambiciones mayores. Así, en la
presentación de lo impresentado, en la aparición de una cotidianeidad siempre pretérita
y sin retorno, se manifiesta el deseo esencial del hombre revestido de la más
sincera fragilidad: la añoranza de felicidad absoluta, la añoranza de Paraíso,
o sea, el anhelo de volver a acunarse en el espacio ocupado por el cadáver de Dios, la esperanza de (re) encuentro ante la contundente desnudez de Su huella.
2 comentarios:
Un análisis profundo que hace interesar al lector sobre la poesia de tan intenso autor!
Gracias por tu interés, Elsa querida! Ojalá puedas leer algunas obras de Teillier. Un beso!
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