No es
fácil hablar del origen. Y no lo es porque el origen siempre va más allá de sí
mismo: en el nacimiento de algo, en eso que tendemos a llamar origen, no sólo
se produce un darse, un estallido efímero de lo dado, sino una perseverancia en
el despliegue de aquello dado. A esa perseverancia en el despliegue, a ese
impulso que emana desde el amanecer del objeto dado hacia su propia madurez
identitaria, bien lo podemos llamar esencia. La esencia como una fuerza activa
que lucha por conservarse, por perpetuarse inmutablemente en el objeto más allá
de las contingencias.
Pues bien, jugaremos con la siguiente
hipótesis. Creemos que gracias a su evidencia e inmediatez lo que comúnmente
entendemos por “objeto” es el lugar en el que ocurre el donde, es decir, el cuerpo en el cual se han de desarrollar las
contingencias: todo donde es un campo
de batalla en el que se manifiestan los fenómenos entendidos en clave de
accidentes, fenómenos que van transformando al objeto. La esencia, en
contraste, es el lugar del siempre, o
sea, el soporte que permite aquel desarrollo de las contingencias, la condición
de posibilidad de los fenómenos que se condensan en un objeto, la sustancia por
el que los accidentes transitan, el piso sobre el que esos accidentes bailan de
forma expresiva pero que permanece petrificada, inmutable, eterna.
Pero
insistamos: ¿qué es el origen? Si el objeto es el donde y la esencia es el siempre,
el origen no puede ser más que el desde
donde siempre. Así, en las primeras páginas de su conferencia sobre "El origen de la obra de arte" Heidegger
señalará: “Lo que es algo, cómo es, lo llamamos su esencia. El origen de algo
es la fuente de su esencia." A
nuestro juicio el origen es un desde donde
siempre por la razón de constituir una condición de posibilidad de la
esencia, esto es equivalente a decir una condición de posibilidad de la
condición de posibilidad del objeto en tanto susceptible de ser
accidente/accidentado. De este modo, vale señalar que el desde donde siempre es la cualidad del origen, es justamente la
fuente desde la cual emana la esencia. La esencia posee una necesidad: la
necesidad del origen. A su vez, el origen sólo aparece como parte constitutiva
de un objeto gracias a la esencia: la esencia atestigua al origen, pues éste es
el lugar de emanación (y quizás de determinación) de aquélla.
Y este desde donde siempre que representa el origen
de la esencia de un objeto puede entenderse como lugar de la comprensión de la
finalidad de una determinada cosa o valor. Así, por ejemplo en la filosofía clásica
el origen de la esencia del guerrero vendría siendo la conciencia de la valentía,
lo que es sinónimo de su virtud; o, en épocas más contemporáneas, el origen de
la esencia de la obra de arte podría ser la sensación/problematización de la
belleza por medio de la ficción. Por lo mismo, un objeto como tal sólo puede
desaparecer radicalmente, sumergirse en la nada, cuando se destruye el origen
de la esencia de dicho objeto, esto es, cuando se logra erosionar los lazos de esa
íntima cadena que conforma el desde donde
siempre. Y de dicho modo, para mantener los mismos ejemplos, el guerrero se
degrada instrumentalizándose en mero militar al servicio de los intereses
propios de los poderes de una nación; o bien el arte se degrada tornándose simplemente
publicidad. A eso normalmente se le llama adulterar el sentido original de los
valores y consiste en opacar la pureza de las condiciones históricas que están
a la base de las posibilidades de un determinado objeto.
3 comentarios:
Excelente análisis,me gustó mucho!Felicitaciones!
Otra vez sorprendida por la calidad de tu análisis y conceptos!Gracias Aldo!
Qué bueno que te hiciera sentido, querida Elsa. Gracias por leerme y alentarme a escribir. Un beso!
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