domingo, 1 de junio de 2014

Sobre la muerte de Dios

El "Dios ha muerto" emitido por Nietzsche implica una pérdida de todo aquel horizonte de sentido metafísico constituido en la cultura occidental desde el apogeo del platonismo. Así, si el platonismo se esforzó en separar el mundo de lo sensible del de lo inteligible, tildando al primero como el reino del error y la falsedad, de la apariencia y lo equívoco, mientras que el segundo –el de lo inteligible- contaba con la garantía de mantener la inmutabilidad propia del ser, de lo esencial y real en cuanto verdadero gracias a las ideas, el cristianismo fue heredero de aquel sistema teórico de índole idealista. De este modo, la religión cristiana, en su calidad de religión erigida a partir de Pablo, logró repensar el platonismo con la especificidad de que, ahora, estuviera dirigido hacia el pueblo. Por ende, logró cifrar el valor de la existencia en un más allá, en un mundo trascendente, mundo que no vemos ni palpamos pero que, según el cristianismo, es el real en cuanto de él emana la verdad del ser. 

Ahora bien, el derrocamiento de la visión metafísica del mundo, es decir, la muerte de Dios, trae aparejado un proceso en el cual sobreviven las estructuras formales sobre las que reposaba aquel Dios, aquella concepción metafísica del mundo. De esta forma, no se acaba todo con haber matado a Dios, con haber sido nosotros sus asesinos: resta emanciparse de su cadáver, del podrido peso de su hedor, de los valores y creencias propios de su sombra  que en el mundo secularizado siguen operando subyacentemente.

Dicho lo anterior bien cabe preguntarse algo: ¿qué es la ciencia, en tanto sistema de conocimiento, sino la versión secularizada y presuntamente atea de los mismos dispositivos ordenadores de la existencia? ¿Acaso la idea de neutralidad científica no remite también a aquel “ojo de Dios” que es capaz de ver el mundo fuera del mundo mismo? Y, cuestionándonos el asunto de un modo genealógico, ¿no será lo mismo eso que esté a la base de la ciencia y de la religión: el terror a lo desconocido e incondicionado, el pavor ante los fenómenos de la naturaleza, lo horroroso del devenir, el traumático sentimiento de agobio por un mundo que se nos escapa y nos amenaza?

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