El "Dios ha muerto" emitido por Nietzsche implica
una pérdida de todo aquel horizonte de sentido metafísico constituido en la
cultura occidental desde el apogeo del platonismo. Así, si el platonismo se
esforzó en separar el mundo de lo sensible del de lo inteligible, tildando al
primero como el reino del error y la falsedad, de la apariencia y lo equívoco,
mientras que el segundo –el de lo inteligible- contaba con la garantía de
mantener la inmutabilidad propia del ser, de lo esencial y real en cuanto
verdadero gracias a las ideas, el cristianismo fue heredero de aquel sistema
teórico de índole idealista. De este modo, la religión cristiana, en su calidad
de religión erigida a partir de Pablo, logró repensar el platonismo con la
especificidad de que, ahora, estuviera dirigido hacia el pueblo. Por ende,
logró cifrar el valor de la existencia en un más allá, en un mundo
trascendente, mundo que no vemos ni palpamos pero que, según el cristianismo,
es el real en cuanto de él emana la verdad del ser.
Ahora bien, el derrocamiento de la visión metafísica del mundo, es decir, la
muerte de Dios, trae aparejado un proceso en el cual sobreviven las estructuras
formales sobre las que reposaba aquel Dios, aquella concepción metafísica del
mundo. De esta forma, no se acaba todo con haber matado a Dios, con haber sido
nosotros sus asesinos: resta emanciparse de su cadáver, del podrido peso de su
hedor, de los valores y creencias propios de su sombra que en el mundo secularizado siguen operando
subyacentemente.
Dicho lo anterior bien cabe preguntarse algo: ¿qué es la ciencia, en tanto sistema
de conocimiento, sino la versión secularizada y presuntamente atea de los
mismos dispositivos ordenadores de la existencia? ¿Acaso la idea de neutralidad
científica no remite también a aquel “ojo de Dios” que es capaz de ver el mundo
fuera del mundo mismo? Y, cuestionándonos el asunto de un modo genealógico, ¿no
será lo mismo eso que esté a la base de la ciencia y de la religión: el terror
a lo desconocido e incondicionado, el pavor ante los fenómenos de la
naturaleza, lo horroroso del devenir, el traumático sentimiento de agobio por
un mundo que se nos escapa y nos amenaza?
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