sábado, 4 de enero de 2014

Diario de México II (La mirada del insomnio).


¿Te acuerdas? Bueno, no tendrías por qué hacerlo. Pero yo sí lo recuerdo todo. No sé muy bien el motivo que me llama a recordarlo. Quizás sea esa misma atracción, esa misma magia, aquel mismo impulso oscuro emanado de tus ojos y que me arrebata para seguir dibujándote en el ebrio insomnio de Año Nuevo cada vez que cierro los párpados. Sí, eso debe ser: tus pupilas de una profundidad cósmica como el cielo maya; tus pupilas de una sequedad fría como el desierto nocturno; tus pupilas en las cuales esta madrugada me hundí y desde las que aún no logro emerger. Pero no importa. No importa porque cuando en la noche tú recuerdes esto que estás leyendo se te abrirá la sonrisa de viento blanco que yo veo ahora en mi propio recuerdo, y ahogarás la ternura de tu voz al interior de la hoja ligera que es tu cuerpo, y entonces yo me daré por satisfecho puesto que, de algún misterioso modo y tal vez por no más de un par de minutos, te devolveré el insomnio que tú me estás provocando aunque sólo sea para burlarte junto a tu almohada de las pinches pendejadas de este chileno que sabe con creces de cosas imposibles.

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